miércoles, 20 de noviembre de 2013

Me queda la palabra

El tiempo pasa y las personas se pierden. Se pierden las personas y con ellas, muchas veces, se pierde lo que son. Pero otras veces, más de las que uno cree, lo que son se pierde antes que las personas.
Pero... ¿por qué?
Si le quitas a una persona lo que es, lo que vive, dejará de tener sentido, se perderá el ser de esa persona.
Pero puede que pierdan la libertad, y aún sabrán lo que son y por qué luchan, aún sin entender por qué viven.
Podrán perderse en el camino y la gente los recordará un tiempo, mas acabarán olvidando su nombre, su historia. Pero ellos sabrán qué buscan, sabrán que andan para encontrar algo, para encontrarse a sí mismos...
Pero... ¿qué pasa si les dan una libertad aparente y les señalan el camino tan bien que es imposible perderse?
Entonces si, se perderá la esencia de aquellos que acepten el camino, pues para vivir hace falta perderse y para ser, hay que librarse de los que quieren ser por ti.
En mi caso, escribo. Escribo en mis folios cuando la situación es bella y cuando el cielo se oscurece. Escribo para mi, sin importar lo que diga el resto.
Pues sin la palabra, ¿qué nos queda?
Podrán quitarme la libertad, pero no podrán vivir por mi, pues la palabra seguirá conmigo.
Podrán atar mis manos para evitar que escriba, pero me quedará el habla. Y tratarán de callarme.
Es el arma más poderosa, es el camino hacia la inmortalidad.
La palabra es lo que teme el poderoso, pues es lo que nos hace ser y hace abrir los ojos y los oídos a los que aún no son.
Me habrán quitado la libertad, me habrán quitado mi identidad, me habrán quitado todo...
Pero aún me queda la palabra, eso no pueden quitármelo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario