sábado, 16 de noviembre de 2013

Voces

Abro los ojos. Miro a mi alrededor. Me encuentro en un prado cubierto de hierba, aparentemente normal. Oigo un ruido. Se acercan. Me levanto y doy una vuelta sobre mí misma. Los oigo acercarse, sigilosamente. Elijo una dirección al azar y echo a correr. Un pie delante del otro, derecha, izquierda, derecha, izquierda. Sé que debería estar avanzando pero todo sigue igual, ni una brizna de hierba diferente. Oigo sus pasos cada vez más cerca, pero aún no veo nada. Nada más que este apacible prado verde. Giro hacia la izquierda y sigo corriendo. Por mi espalda resbala un sudor frío. Me giro un momento y quedo cegada por el sol. No veo nada pero puedo oirles. Me entra el pánico y sigo corriendo.Derecha, izquierda, derecha, izquierda. En el horizonte puedo ver las ondulaciones producidas por el calor. Me estoy quedando sin fuerzas, no podré aguantar más. Sigo oyendo sus pasos detrás de mí. Sigo corriendo. Derecha, izquierda, derecha, izquierda. Si por lo menos el paisaje cambiase o algo me indicara que estoy avanzando, todo sería más facil. Izquierda, derecha, izquierda, derecha. En un momento dado, mis pies se descontrolan y caigo al suelo. Puedo oír sus risas detrás de mí. Me giro. El prado verde continúa intacto, no hay nadie. Trato de levantarme y seguir corriendo, pero no duro mucho. Pocos metros después, vuelvo a derrumbarme. No puedo oir nada aparte de sus susurros y sus risas. Risas a mi costa. Risas por mi debilidad. Risas que me enloquecen. Sigo sin ver nada diferente, ni una señal de su presencia, pero sé que deben estar cerca, puedo oirles perfectamente, como si estuvieran a mi lado, como si estuvieran detrás mía, como si estuvieran dentro de mi cabeza...

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